La madrastra Cory tenía un deseo navideño, y no era por juguetes o regalos.Ella anhelaba un encuentro sensual con su hijastro, un deseo que parecía imposible de cumplir.Pero a medida que se acercaba el día de fiesta, el hermano de su marido, que siempre había albergado sentimientos por su madrastro, decidió concederle su deseo.La tensión entre ellos era palpable a medida que intercambiaban placeres, sus manos se demoraban en sus hombros, sus ojos se encerraban en los pechos.Mientras se retiraban al dormitorio, el ambiente cambiaba.El hijastro, con una pícara mirada en los ojos, comenzó a desnudar a su madrstra, dejando ver su impecable cuerpo.Luego sucumbió a las ganas de saborearla, su lengua explorando cada centímetro de ella. La sensación fue abrumadora para ambos, y pronto se encontró perdido en el placer de su tacto.La intensidad fue subiendo de tono mientras la tomaba por detrás, sus cuerpos se entrelazaron en un abrazo apasionado.La vista de su madrastra, ahora completamente satisfecha, le generó una inesperada sensación de satisfacción.Este era un regalo de Navidad que nunca olvidaría.
