El pájaro temprano pilla al gusano, o al menos eso dicen, y eso es precisamente lo que nuestro joven protagonista tenía en mente.Después de una noche tardía de fiesta, se encontró en su lugar de madrastras, anhelando el sabor de su dulce y maduro amor.El reloj se dio en la madrugada, y su madrastro, aún en lencería, estaba más que dispuesto a saciar sus deseos.La química entre ellos era palpable, ya que ella lo guio a su dormitorio, donde comenzó la verdadera diversión.Su deseo palpitante por ella era innegable, y ella se recreaba a cada momento, saboreando el placer que le traía.Sus cuerpos se entrelazaban, sus gemidos llenando la habitación, se perdieron a la garganta de la pasión, su éxtasis compartido resonando a través de la casa.Esto no era una mañana ordinaria, sino un encuentro tentador que los dejó a ambos anhelando más pasión.