Después de nuestra boda, mi esposa y yo finalmente decidimos disfrutar de nuestra pasión.Llevamos mucho tiempo esperando este momento, y ahora finalmente estaba aquí.La anticipación era palpable, y ambos sabíamos que esta sería una noche para recordar.Comenzamos en la posición del misionero, tomándonos nuestro tiempo para saborear cada momento.Me encantaba la sensación de estar dentro de ella, y la vista de su coño peludo solo se sumó a la excitación.Entonces decidí tomarla por detrás, conduciéndola lo más fuerte que pude.El placer fue abrumador, y ambos gemimos de éxtasis.Para agregar a la excitación, la llevé al gloryhole, donde podía ver cada detalle de su culo apretado.Fue una vista que había soñado durante años, y fue incluso mejor de lo que había imaginado.El encuentro nos dejó a ambos completamente satisfechos, y sabíamos que esto era solo el comienzo de una vida de placer juntos.