En el santuario de su iglesia, una mujer devota se encontró vencida con un poderoso deseo.Su cuerpo estaba que ardía, anhelando el toque de la polla de un hombre.Se arrodilló, con los ojos clavados en el altar, rezando por un milagro.De pronto, un hombre guapo se acercó a ella, su hombría palpitaba con anticipación.Le susurró al oído, su aliento le estremece por la columna.La llevó a una habitación privada, donde reveló su miembro endurecido, ansioso por su atención.Ella dudó, pero su lujuria asumió.Lo tomó en su mano, acariciándolo suavemente.Gimió de placer, sus manos explorando sus pechos pequeños y su coñito pequeño y apretado.No pudo resistir más, hundió su lengua en ella, saboreando su dulz.Ella gimió, su cuerpo retorciéndose de éxtasis.Continuó con su asalto, sacudiendo su desentada hasta que ya no pudo contenerse.Se corrió, llenando su boca con su caliente y pegajosa leche.