Peters estaba sintiendo que su suerte había golpeado un mínimo histórico.Es decir, hasta que tropezó con la impresionante Erin, una verdadera diosa con un cuerpo que podía hacer que cualquiera se debilitara en las rodillas.Su atractivo tentador era imposible de resistir, y a medida que se entregaba a sus deseos, se encontró deseando no solo su atención, sino también su calzado.Él complació, deslizando sus zapatos sobre sus pechos pequeños y firmes, dejando una vista intoxicante que haría acelerar el corazón de cualquier hombre.Pero el verdadero espectáculo comenzó cuando Erin abrió ansiosamente sus piernas, invitando a Peters a deleitarse con su dulce néctar.El sabor de ella era celestial, excitándolo con deseo.Lo que siguió fue un viaje salvaje de pasión intensa, sus cuerpos se entrelazaron en un baile de lujuria.La vista de Erin en su lencería y tacones altos solo se sumó al erotismo del momento, por lo que un día Peters nunca olvidaría.