Para ayudar a mi vecina filipina se implora a sí misma que venga a visitarme sin mi consentimiento. Le pregunto, si quieres algo de beber, puedo ir a buscar agua para ti. Tiene más sed que eso. Viene a mí rogándome que toque sus delicias. Está ansiosa y la complazco hasta que en un ataque de pasión, nos convertimos en vecinos en bruto.